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Vengo rendido a tus plantas
cual un esclavo estaría;
te amo de veras, María;
tú comprendiéndolo estás.
Te amo… sí… te amo… de veras,
bien te lo dice mi llanto;
son lágrimas de quebranto,
ten compasión de mi amor.
MIS LÁGRIMAS.
Quisiera mejor que Dios
me quitara la existencia,
porque no estoy con la joven que yo adoro,
¿de qué me sirven estas lágrimas que lloro,
si un momento tranquilo no puedo estar?
Pero, Señor, tú sabes cuánto padezco,
pero, Señor, tú sabes cuánto he sufrido,
pero, Dios mío, si este ángel no ha de ser mío
mándame la muerte, quisiera descansar.
La vida del pobre.
¡Ay! Qué vida tan triste la del pobre,
cuando solo se acuesta en su cama;
allá en el sueño a su adorada llama,
y le dice: a dónde… estás, a dónde… estás…